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El CPC, o Cloruro de Cetilpiridinio, es un compuesto que podemos encontrar en numerosos dentífricos y colutorios por su acción antiséptica frente a bacterias y otros microorganismos. Además, ha demostrado tener un efecto preventivo en la formación de placa dental, disminuyendo la incidencia de gingivitis y halitosis (mal aliento).

La pandemia actual por la COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de la higiene en general y, por lo tanto, también de la higiene bucal. Por eso, la popularidad de sustancias antisépticas como el CPC ha aumentado recientemente.

Beneficios del Cloruro de Cetilpiridinio

Las primeras publicaciones sobre la eficacia antimicrobiana del Cloruro de Cetilpiridinio (CPC) se publicaron en la década de 1940. Desde entonces, cada vez más estudios han descrito los efectos antimicrobianos de este compuesto sobre las bacterias orales. Su mecanismo de acción resulta en el aumento de la permeabilidad deteriorando la pared bacteriana. Disminuyendo así la capacidad de la bacteria para adherirse a la superficie dentaria. Como resultado, se consigue una reducción en la placa bacteriana de la boca.

El Cloruro de Cetilpiridinio nos ofrece numerosas ventajas, ya que se considera un antiséptico accesible y seguro, con gran cantidad de estudios que respaldan su efectividad. Esta sustancia posee una acción duradera de hasta 5-6 horas y es efectiva como agente antiplaca en concentraciones entre 0.045% y 0.1%. En el mercado, solemos encontrar colutorios que rondan un porcentaje de concentración del 0.05% y 0.07%. A menudo, se suele asociar con los enjuagues bucales con la clorhexidina (sustancia antiséptica de acción frente a bacterias y hongos, a concentraciones de 0,06% y 0,12%). Ambos se potencian mutuamente, aumentando su efectividad y obteniendo resultados muy positivos en la reducción de la placa bacteriana de la boca.

Además de su capacidad microbicida directa, se ha reportado la capacidad viricida del CPC en múltiples ensayos clínicos. Especialmente en los estudios con el virus de la gripe, porque promueve la inactivación del mismo al destruir la cubierta lipídica. Cabe destacar que este virus no produce resistencia al Cloruro de Cetilpiridinio a pesar de la exposición prolongada. Un dato importante si buscamos su efecto a lo largo del tiempo.

La característica de la capa protectora lipídica lo comparten muchos virus, incluidos los coronavirus como el SARS-CoV-2. Esto hace que sean vulnerables a numerosas sustancias limpiadoras, como jabones y detergentes. La importancia que se ha dado al lavado de manos está justificada, ya que el jabón también destruye esta capa lipídica con facilidad inactivando el virus.

Por lo tanto, y volviendo al Cloruro de Cetilpiridinio, está demostrado que es efectivo frente al virus de la influenza (gripe) al actuar sobre su cubierta lipídica. Esta información puede resultar útil para una búsqueda más amplia sobre el mecanismo de acción del CPC como compuesto potencial para la reducción de la carga viral del virus SARS-CoV-2 en la boca.

La importancia de una higiene bucal completa

Con una rutina de cepillado de al menos dos veces al día, tras las principales comidas, junto con el uso de dentífricos, colutorios, cepillo lingual y palillos o cepillos interdentales mantendremos una boca sana y con menor concentración de microorganismos.

Recordemos que la principal fuente de contagio del virus son los aerosoles, pequeñas gotitas que salen de la boca y la nariz.

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